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El Ojo Rojo

El Ojo Rojo
19/07/2023 Felipe Wouk & Carolina Barbosa

La apariencia roja del ojo puede ser la primera indicación para el dueño de que puede haber un problema con el ojo de su mascota. El ojo rojo es un signo clínico común a una variedad de trastornos oculares. Esta alteración, muchas veces está asociada a trastornos sistémicos y no necesariamente a la afección exclusiva del ojo. Ocasionalmente las causas de un ojo rojo pueden ser bastante específicas, pero en otros no tanto, lo que requiere que el médico veterinario investigue más a fondo al paciente.

Los ojos rojos en perros y gatos pueden involucrar múltiples estructuras dentro y alrededor del mismo. Los ojos rojos pueden o no estar acompañados de una secreción ocular y o lagrimeo excesivo (ojos llorosos), ojos cerrados (dolor) y puede involucrar la pérdida de la visión.

Causas posibles mas comunes de ojos rojos:

1. Blefaritis: inflamación de los párpados, com o sin infección. Las infecciones puedem ser por bactérias, vírus, hongos e parasitas (Figura 1).


Figura 1: Blefaritis de diversos orígenes: A. Blefaritis alérgica en un perro con hipersensibilidad alimentaria, presentando hiperqueratosis, hiperemia y liquenificación de la región periocular y secreción purulenta por infección secundaria. B. Blefaromicosis en perro. C. Blefaritis parasitaria en perro por Demodex canis. D. Blefaritis ulcerosa en un perro con áreas de deigmentación y pérdida de glándulas de Meibomio, por Leishmania infantum. E. Blefaritis y dermatitis periocular ulcerosa en un perro debido a neoplasia de células mesenquimales con metastasis corneal. F. Blefaritis ulcerosa mediada por el sistema inmunitario en perro.

2. Ojo de cereza: salida de su posición normal de la glândula lagrimal del tercer párpado (Figura 2).


Figura 2: Prolapso de la glándula del tercer párpado en perros. A. Prolapso de la glándula del tercer párpado generando queratitis ulcerosa crónica severa por fricción y falta de funcionalidad en la producción lagrimal y limpieza de la superficie ocular. B. Prolapso de la glándula del tercer párpado crónico, generando queratoconjuntivitis seca avanzada con desarrollo de queratitis pigmentaria. C. Prolapso de la glándula del tercer párpado en un cachorro de raza gigante (Cane Corso).

3. Conjuntivitis: inflamación com o sin infección de las conjuntivas oculares (infecciones de múltiplas origenes) (Figura 3).


Figura 3: Conjuntivitis de diversos orígenes en perro y gato. A. Conjuntivitis infecciosa por Clamidia felis en un gato, presentando quemosis intensa y secreción en posos de café. B. Conjuntivitis crónica en perro por leishmaniasis, con hiperemia severa e hiperplasia del tejido conuntival, secreción purulenta y repercusiones inflamatorias sobre la córnea (melanosis, edema y degeneración). C. Conjuntivitis folicular en un perro atópico, que se presenta con queratoconjuntivitis sica crónica, con queratitis pigmentaria y secreción purulenta.

4. Inflamaciones y Úlceras de córnea: surgem vasos sanguíneos em la córnea (Figura 4).


Figura 4: Inflamación y úlceras corneales en perros y gatos. A. Queratoveítis severa por úlcera corneal perforante en un gato, con vascularización y edema corneal, quemosis y hemorragia conjuntival. B. Queratitis crónica en la formación de granulomas en perros. Edema y vascularización superficial de la córnea. C. Úlcera corneal en infiltrado leucocitario y secuestro corneal en gato. Presencia de vascularización profunda. D. Queratitis ulcerosa secundaria a cuerpo extraño en perro, con edema focal e inyección ciliar. E. Queratitis ulcerosa perforante, con exposición al iris. Edema corneal difuso, inyección ciliar, miosis y «flare» (uveítis secundaria). F. Queratitis ulcerosa crónica refractaria en un perro, con área de granulación y epitelio suelto.

5. Escleritis: inflamación de la esclera (Figuras 5).


Figura 5: Epiescleritis en perros. A y B. Episcleritis ventral crónica en un perro con leishmaniasis, presentando lesión límbica, conjuntivalización y edema corneal, vascularización y fibrosis. Desviación dorsal del ojo debido al aumento del volumen de la esclerótica ventralmente. C. Episcleritis en perro, con lesión límbica, conjuntivalización corneal, y melanosis corneal, distrofias y edema difuso. Congestión epiescleral con repercusión en el ángulo de drenaje (glaucoma secundario). D. Episcleritis granulomatosa dorsonasal en un perro con leishmaniasis.

6. Glaucoma: aumento de la presión del ojo (Figuras 6).


Figura 6: Glaucoma de diferentes etiologías en perros y gatos. A. Glaucoma secundario a luxación del cristalino posterior en un perro con atrofia retiniana progresiva. Congestión epiescleral, hiperemia, queratitis ulcerosa crónica y creciente enfermedad afáquica. B. Glaucoma secundario a uveítis, con hiperemia conjuntival intensa y congestión epiescleral, buftalmia, queratitis crónica con vascularización profunda, edema corneal y melanosis. C. Glaucoma secundario a luxación del cristalino anterior, con edema corneal endotelial. D. Glaucoma secundario a Iris bombé en gato post uveítis. Rubeosis iridis, hiperemia y quemosis conjuntival.

7. Hipema: sangramento intraocular por detrás de la córnea frecuentemente por um traumatismo (Figuras 7).


Figura 7: Hipemas de diferentes etiologías en perros y gatos. A. Hipema postraumático masivo en perro. B. Hipema en perro con desprendimiento de retina y luxación del cristalino. C. Hipema e hipopio en perro con úlcera corneal colagenolítica. D. Hipema y fibrina postraumática con perforación ocular en un gato.

8. Hemorragia subconjuntival: sangue abaixo da conjuntiva ocular (Figura 8).


Figura 8: Hemorragias conjuntivais pós-traumáticas em cães. A. Hemorragia conjuntival em cão após banho e corte de cabelo, com ulcerações superficiais da córnea coradas com fluoresceína. B. Proptose traumática do bulbo ocular de um cão, após briga, com hemorragia conjuntival e secção da musculatura periocular. C. Hemorragia conjuntival grave e hifema em cão após atropelamento.

9. Neoplasia intraocular y conjuntival (Figura 9).

Figura 9: Neoplasias intraoculares y conjuntivales en perros y gatos. A y B. Hemangiosarcoma conjuntival y corneal en perros. C. Sarcoma intraocular en gato. D. Linfoma intraocular. Iris bombé, catarata, hipema, rubeosis iridis. E. Linfoma conjuntival e intraocular. Quimiosis y nodulaciones conjuntivales, miosis, edema del iris y rubeosis iridis. Catartha secundaria.

10. Ojo seco: falta de lágrimas (Figuras 10).


Figura 10: Queratoconjuntivitis seca en perros. A. Queratoconjuntivitis seca en un perro con leishmaniasis, con área de granulación conjuntival, vascularización y melanosis corneal. Secreción mucopurulenta y cristalización periocular. B. Queratoconjuntivitis seca imunomediada crónica en un perro con queratitis pigmentaria. C. Queratoconjuntivitis seca en un perro, con queratitis pigmentaria densa, superficie ocular opaca debido a la desestabilización de las fracciones lagrimales y costras adheridas a todo el margen del párpado. D. Queratoconjuntivitis sicca neurogénica unilateral en perro. Sequedad ipsilateral de la fosa nasal. Ojo derecho con fondo de ojo rojo – fondo albino.

11. Uveítis: inflamación de la porción vascular del ojo, íris e coroide (Figuras 10).


Figura 11: Uveítis en perros y gatos A. Endoftalmitis en perro secundaria a perforación ocular. B.Uveítis con hipopio en perro secundaria a úlcera corneal colagenolítica. C. Uveítis secundaria a leishmaniasis, con edema corneal difuso, miosis y blefaroconjuntivitis ulcerosa. D. Uveítis en gato por toxoplasmosis, con presencia de precipitados queráticos, edema del iris y rubeosis iridis. E y F. Uveítis en gato por leucemia viral felina, con rubeosis iridis y modificación en la coloración del iris.

*Todas las fotos pertencem a los autores del artículo

Conocer las causas posibles más comunes de un ojo rojo, así como las características distintivas y los diagnósticos diferenciales para cada uno, ayudará al oftalmólogo veterinario a hacer un diagnóstico clínico preciso. También es muy importante tener claro que puede haber más de una causa presente. En realidad, una conjuntivitis banal puede convertirse en una inflamación de la córnea y puede complicarse con una uveítis que se puede complicar con un glaucoma. De ahí la importancia de un diagnóstico precoz que permita un tratamiento racional.El diagnóstico se basa en un examen clínico general y un examen oftalmológico y, en la mayoría de los casos, se solicitan pruebas complementarias para conferir mayor precisión al diagnóstico de cambios en el ojo y eventuales afecciones sistémicas con repercusiones oculares.El tratamiento médico tratará la causa, cuando se conozca, porque hay situaciones, particularmente en la uveítis, donde la causa es indeterminada, y el tratamiento será solo sintomático. Médicamente, los cambios oculares siempre se tratarán controlando la inflamación y el dolor, promoviendo la profilaxis de la infección y lubricación ocular. En el caso del glaucoma, se utilizarán medicamentos para controlar la presión intraocular y en casos seleccionados también se indicará tratamiento quirúrgico. La base del tratamiento ocular se lleva a cabo con gotas para los ojos y ungüentos. Los cambios sistémicos se tratan sistémicamente con medicamentos orales y/o inyectables.Cuando se realizan perforaciones oculares se realizará el restablecimiento quirúrgico de la condición hermética del ojo. También será quirúrgico redirigir las estructuras del ojo (glándula lagrimal del tercer párpado – “ojo çherry») a su posición original o incluso a todo el ojo cuando está en protuberancia.

Sin duda se considera que el correcto diagnóstico y tratamiento del síndrome del ojo rojo representan un gran reto. Sin embargo, es necesario un diagnóstico preciso seguido de un tratamiento racional para que los pacientes tengan calidad de vida y no pierdan eventualmente su visión debido a un diagnóstico y tratamiento inadecuados.